Siempre he creído que la vida está llena de señales, de indicaciones que te llevan a lugares y muy bien no sabes porque pero sigues ese camino. Y poco a poco vas viendo el porqué de ello. Hacia días que ibas notando alguna especie de confabulación que te iba llevando hacia aquel extremo. Han pasado los años y durante muchos de ellos, me olvide de ellas, pero últimamente vuelvo a sentir que me rodean. Todo es muy curioso pero a la vez todo va cobrando sentido, un significado que estaba oculto muy dentro de mí, y hasta yo misma no lo dejaba fluir, pues creo que ya ha llegado la hora, que deje salir todo aquello que por muchas circunstancias estaba taponado dentro de mí. Con las personas pasa lo mismo, todos percibimos señales, alguien nos gusta, nos transmite algo positivo y aunque no sepamos explicarlo bien, sentimos lo que sentimos y a su lado nos quedamos. También ocurre lo contrario, hay personas que por mucho que te esfuerces hay como una separación invisible que no te deja aproximarte a ellas, porque, no lo sé, pero ocurre. Si con las personas que hay buena conexión no le damos vueltas, porque con las que hay mala conexión le damos vueltas y más vueltas para intentar que algo que no funciona, funcione, es absurdo. Quizá lo más inteligente es no forzar, si no simplemente mantener una distancia cordial para que aquello, no se rebele y se deteriore aun más. Ya que hay personas que puedes darte media vuelta y no verlas más pero hay otras que no. Es también cuestión de seguir las señales y no forzar, seguir el camino aunque no sea el que nos hubiera gustado en un principio. La vida me ha enseñado que a veces que por mucho empeño que les pongas a las cosas de no todo vas a salir victorioso, pero tampoco es cuestión de salir escaldado. A veces la distancia es un remedio doloroso para algunos, pero a la vez beneficioso a la larga para todos.
