martes, 23 de marzo de 2010

Fin



Definitivamente no entraba en mis planes, y yo me disolvía rápidamente en los suyos, como si fuéramos sal y tequila. Llegó en la estación de las tormentas, con una pistola sin balas y sin ganas de recoger los pedazos. La inercia nos fue arrastrando mientras secábamos todos los bares; algunas noches éramos stand by me, otras oh darling. Más tarde descubrí que si tengo que medir tanto mis palabras, tal vez no merezca la pena iniciar la conversación; tarde o temprano nos cansamos de perseguir nuestro final feliz, y no hay suficientes para todos. Te cambié mi silencio por tu mirada, mi sombra por tu luz, pero nunca era lo que buscabas. Así que antes de desmontarme como un rompecabezas , me volví curva del camino, ventana que sólo se abre hacia fuera. Hay historias que se rompen en mil cristales afilados, otras simplemente mueren de hambre. Ahora prefiero escuchar el delicado sonido del trueno desde mi cuarto, sin sentir el vértigo que daba tratar de entender el mundo desde un sueño que se transformaba en remolino al menor descuido.
El viento siguió golpeando los espejos, pero yo ya no estaba al otro lado.

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